XIII (DEDICATORIAS)
           Sé que estás leyendo este poema
           tarde, antes de dejar tu oficina
           de la única lámpara amarillo intenso y la ventana                que se va oscureciendo
           en la lasitud de un edificio fundido al silencio
           mucho después de la hora pico. Sé que estás                leyendo este poema
           parada en una librería lejos del océano
           en un día gris del principio de la primavera, débiles                copos arrastrados
           por los enormes espacios de las planicies a tu alrededor.
           Sé que estás leyendo este poema
           en una habitación donde demasiado ha sucedido como para que                lo soportes
           donde las sábanas se enroscan estancadas en la cama
           y la valija abierta habla de huida
           pero todavía no podés irte. Sé que estás                leyendo este poema
           mientras el subterráneo pierde velocidad y antes de subir                corriendo las escaleras
           hacia una nueva clase de amor
           que tu vida nunca permitió.
           Sé que estás leyendo este poema a la luz
           de la pantalla del televisor donde imágenes sin sonido se                sacuden y deslizan
           mientras esperás el noticiero de la intifada.
           Sé que estás leyendo este poema en una sala de espera
           de ojos encontrados y que no se encuentran, de identidad con extraños.
           Sé que estás leyendo este poema con luz fluorescente
           en el aburrimiento y la fatiga de jóvenes contados,
           que se descuentan a sí mismos, a una edad demasiado temprana.                Sé
           que estás leyendo este poema con tu vista debilitada, los                gruesos
           lentes agrandando estas letras más allá de todo significado                y sin embargo seguís leyendo
           porque hasta el alfabeto es precioso.
           Sé que estás leyendo este poema caminando por la cocina
           calentando leche, un bebé llorando sobre tu hombro, un libro                en tu mano
           porque la vida es corta y vos también tenés sed.
           Sé que estás leyendo este poema que no está                en tu idioma
           adivinando algunas palabras mientras otras te hacen seguir leyendo
           y quiero saber cuáles son esas palabras.
           Sé que estás leyendo este poema escuchando, desgarrada                entre la amargura y la esperanza
           volviendo una vez más a la tarea que no podés rehuir.
           Sé que estás leyendo este poema porque ya no queda                otra cosa que leer
           ahí donde aterrizaste, desnuda como estás.
           1990-1991
traducción para safo_piensa: Gabriela Adelstein, 2001
 
 
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